martes, 2 de diciembre de 2008

Desazón

Esponjas de aguaviva en la panza, sangre lenta y espesa, aire quieto, espejo ciego, días como sucesiones de imperceptibles y nimios choques moleculares. Noches desangeladas. Conversaciones yoyoicas: yo hago esto; ah no, yo hago lo otro; ah no, pero yo hago esto. Casi nada es memorable en estos días. Casi todo revienta de prosaico. Yo no escapo a este barro que formé con el agua estancada y la tierra narcótica de la costumbre. El silencio no ceja o se quiebra con gritos de voces berretas. El fuego anda esquivo. Las brasas se sofocan bajo paladas de arena. Yo extraño el viento en la cara de la ruta donde todo está por acontecer, la pantalla technicolor de un Scania que me lleva al norte o al sur del planeta, el amanecer en un rincón perdido donde se curva el continente. Yo extraño a aquella aventurera que había leído demasiados tomos de la colección Robin Hood.

Mañana será otro día, dice la sabia tradición popular.