jueves, 19 de febrero de 2009
Pelotita preocupada
viernes, 6 de febrero de 2009
Pase de factura
Ella le dijo ¿En qué quedamos?, y tras esas exiguas palabritas se cernía algo así como un tango (que, como todo tango, encerraba algunas exageraciones un poco extraviadas, todas basadas en una suerte de verdad aceitosa). El tango decía –hubiera dicho– más o menos así:
Y yo quiero decirte
que ese fuego exaltado que incendiaba ciudades,
que incineraba barcos y bosques y casas;
ese fuego bendito, ese fuego del caos
que quemaba todo lo que yo tocaba,
lo metí en un cuartito,
como vos me pediste,
el cuartito del fuego,
el cuartito feliz,
adonde entro cuando tengo suerte y ganas.
Entonces, no me insistas ahora,
no preguntes por él,
no hables de ese fuego
como con nostalgia,
no me mires en busca de un ayer que no existe,
no suspires de anhelo por aquella incendiaria.
Cuando quieras, entramos al cuartito del fuego,
al cuartito feliz, con suerte o con ganas,
y después retomamos, como de costumbre,
la tan ponderada vida cotidiana.