El ruido diligente de las teclas. El ruido tranquilizador del lavarropas. El ruido industrioso y discreto de una herramienta que usa algún vecino. El ruido familiar que hace el último sorbo de mate. El ruido quejumbroso y lejano de un colectivo. El ruido cantarín de una tapita que cada tanto rueda por el patio. El canto intermitente de un pájaro. El silencio atronador del teléfono.
1 comentario:
El peor ruido posible es el del silencio que no se elige.
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