El silencio obstinado y estridente del domingo recubre con pasmosa quietud los demonios llamados a guardar. Los muy arteros habían vuelto a escaparse para hacer de las suyas aquella interminable noche de viernes... Y yo que creía haberlos noqueado hace rato.
Pero no, ahí estaban nomás, bien intactos, bien sanos y bien salvos. Habrá que fumigar un poco mejor.
Furiosos por haber sido arreados a su celda después de la frenética escapada, se me debaten en un lugar recóndito del alma que parece quedar muy cerca de la pobre panza. Y ojalá este desasosiego se curara con Buscapina.
Todo lo demás anda bien, casi sobre ruedas, por suerte.
nos mudamos
Hace 2 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario