Cuando yo no estoy estás y cuando te busco no te encuentro, dice él en el teléfono. Y sí, ése es nuestro sino. Sino sí sí y sino no no. Para los argonautas de la ciudad, la vida se divide en encuentro y desencuentro. Es por eso que sólo el argonauta juega al desencuentro, y es por eso que sólo el argonauta ha saboreado de veras la médula deliciosa del encuentro.
Hay tormentas apilándose sobre el río, dijo un gringo de los buenos con la poesía inigualable del que hace correr una lengua nueva sobre el cauce de su lengua nativa. Y sí, las tormentas estaban apilándose sobre el río. Y todos en ese grupo anduvimos pateando latas en los calores de enero, sin un cobre en el bolsillo pero con el oro de tenernos.
Uno era discretamente ejecutado, con un poco de vergüenza y mucha precisión, dice el Meursault de Camus con la arrasadora honestidad del que no recurre a las pequeñas hipocresías cotidianas ni siquiera para salvarse de la guillotina, porque hace rato ha comprendido que
es siempre yo el que muere, ahora o dentro de veinte años.
4 comentarios:
Qué deliciosas postales –sí, se saborean en el cielo del paladar-.
Y oye, es que cuando te pones escribes frases tan acertadas que uno las quiere resaltar y no puede porque tendría que señalar el texto completo.
Tu brillante sensibilidad a veces me deja temblando. Felicidades.
Gracias, Hank! Es muy lindo lo que me decís. Cariños, y espero que sigas viniendo.
Más desencuentros que encuentros, tormentas atormentándonos, honestidad bruta incluso en el último suspiro.
Siento que estás hablando de mí pero temo que en esta época hay miles de vos y yo viviendo estos grises tan arrasadores que (por lo menos hoy y a mí) terminan robándonos segundos de vida día a día.
Y encima lo decís re lindo, nena.
Un beso grande,
M. (de MásAtormentadaQueDesencontrada)
Morgana: En realidad, lo de los argonautas, a esta altura, es mutuo. Esa era la postal que intentaba ser más cantarina. Es así con este argonauta: cuando yo no estoy, él no está; cuando el está, yo no estoy. Pero un día estamos los dos y es el paraíso. En otras relaciones quise (o quiero) otra cosa, y el desencuentro me da mucha tristeza. Por eso entiendo que esa postal pueda leerse de otra manera. La tercera postal sí tiene el peso existencial de que me habla. Es el trasfondo de todas mis experiencias. Y es el que me permite la felicidad de las cosas más chiquitas. Morgana: uested en su cocina se merece toda la felicidad del mundo. No permita que se la empañen. Un abrazo de largos minutos.
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