Sin caer en maniqueísmos de utilería, ver los afectos en términos de elementos. En un extremo teórico, el amor concebido como material poroso o gaseoso o acuático; en el otro extremo, también teórico, el odio como superficie vidriada o rocosa o cortante; en el medio, los afectos reales, los que combinan materias y elementos varios. Y pensarlo bien y ver que los extremos no son tan teóricos, que nos movemos entre ellos como pelotita de pin-pon (teórica, claro está, una pelotita teórica que rebota tanto en el aire como en la piedra). Pero la pelotita teórica que suscribe, imperfecta como es, se está empelotando de la atmósfera de piedra que parece preferir la pelotita teórica media. La pelotita teórica que suscribe está harta de las pelotitas teóricas criticonas de oficio, quejosas de hábito, malpensadas de puro no querer pensar. Y está preocupada porque, de sólo considerar estas cosas, le agarra una cosa como de vidrio, de roca o de filo cortante, y eso le complica la vida porque prefiere flotar, permear y sumergirse, aunque sea en la pelopincho del patio a temperatura ambiente.
1 comentario:
Lola,
Y no pensó cambiar de superficie, ver cómo pica la pelotita en otro lugar, tipo patio, un cesped, una canchita distinta a la conocida? Porque si le nacen cosas como de vidrio o de filo cortante son odios que no ayudan, no energizan sino más bien todo lo contrario.
Es una sugerencia gaseosa, obviamente.
Saludos, M. (de MaterialmentePorosa)
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