Del hueco que dos baldosas faltantes dejaron en la vereda asoma un conjunto irregular y colorido de mosaicos, una especie de cruza de venecita y mayólica. Justo en ese momento, de la tienda que da a esa vereda sale una ráfaga reconcentrada de sahumerio con aroma a canela. Por un instante todo se detiene: la estridencia de los motores, el ritmo imaginario de mi paso y la pausa que separa la inhalación de la exhalación. La canela y los colores alcanzan su cenit de saturación, y una micronésima de segundo después se desintegran con un estallido tan repentino como el de una mala noticia, una burbuja o la aparición del primer rayo de sol.
1 comentario:
Obviamente, lo tuyo es la fotografía.
Y encima, cuando la escribís te sale espléndida.
Beso sin focos,
M. (de MencantóEstaFotoRelatada)
Publicar un comentario