viernes, 6 de febrero de 2009

Pase de factura

Ella le dijo ¿En qué quedamos?, y tras esas exiguas palabritas se cernía algo así como un tango (que, como todo tango, encerraba algunas exageraciones un poco extraviadas, todas basadas en una suerte de verdad aceitosa). El tango decía –hubiera dicho– más o menos así:


Y yo quiero decirte

que ese fuego exaltado que incendiaba ciudades,

que incineraba barcos y bosques y casas;

ese fuego bendito, ese fuego del caos

que quemaba todo lo que yo tocaba,

lo metí en un cuartito,

como vos me pediste,

el cuartito del fuego,

el cuartito feliz,

adonde entro cuando tengo suerte y ganas.

Entonces, no me insistas ahora,

no preguntes por él,

no hables de ese fuego

como con nostalgia,

no me mires en busca de un ayer que no existe,

no suspires de anhelo por aquella incendiaria.

Cuando quieras, entramos al cuartito del fuego,

al cuartito feliz, con suerte o con ganas,

y después retomamos, como de costumbre,

la tan ponderada vida cotidiana.

8 comentarios:

Arcángel Mirón dijo...

Uff, Lola. ¿Se puede meter el fuego en un cuarto? ¿Se puede meter la vida en un cajón? Es duro. Y es lo que hacemos todo el tiempo.

Lola dijo...

No sé cómo se las habrá arreglado ella, Arcángel. Pero en un punto, aunque creo que exagera, entiendo su reclamo: el que no quería tanto fuego era él. Al parecer, el fuego causa un poco de temor, y pocos (y pocas) se lo bancan in situ, pero después cualquiera lo recuerda con nostalgia.

Hank dijo...

El fuego es una cosa viva y peligrosa. Su recuerdo, los rescoldos, son una cosa moribunda y ponderada que calienta como se espera.
El ser humano es un poco de expectativa y un mucho de nostalgia: el presente vivo se nos muere sin olerlo.

Lola dijo...

Pero con las brasas se puede hacer un rico asadito, ¿no? Cariños, Hank.

morgana dijo...

No sé qué tontería virtual me mandé pero mi primer comment no aparece...
Así que aquí -y obviamente distinto- trato de reescribir la idea.
Sin fuego, sin ese espacio estival y feliz , la vida es algo parecido a una maqueta, la que puede ser bellísima a la vista de otros pero no jodamos, todos sabemos que necesitamos por lo menos de una cama, una silla, un espacio destinado a pirotecnia de lujo, a incendios de a pares y ésta última condición sobre todas las cosas: que el deseo sea a la par con el otro, que la lenta y caliente combustión sea de a dos.
Beso incinerado a solas, M.

Lola dijo...

Me alegra su regreso, Morgana, aunque no creo que haya sido fácil abandonar la tierra de los caballos casi salvajes. Cariños.

Juan Manuel Aragón dijo...

Deberías publicar la música del tango también. Ya que la hacemos, la hagamos completa. Muy bueno, me gustó sobre todo eso de "la tan poderada vida cotidiana". Ahá. Saludos.

Lola dijo...

Ni todo el fuego de ese cuartito me alcanza para componer música, juanaragón (apenas sí me resuena un tango en algún cuchitril del cerebro, pero se desintegra cuando intento sacarlo a la intemperie). Ahora, si vos te animás... ¡bienvenido!
Cariños