martes, 2 de diciembre de 2008

Desazón

Esponjas de aguaviva en la panza, sangre lenta y espesa, aire quieto, espejo ciego, días como sucesiones de imperceptibles y nimios choques moleculares. Noches desangeladas. Conversaciones yoyoicas: yo hago esto; ah no, yo hago lo otro; ah no, pero yo hago esto. Casi nada es memorable en estos días. Casi todo revienta de prosaico. Yo no escapo a este barro que formé con el agua estancada y la tierra narcótica de la costumbre. El silencio no ceja o se quiebra con gritos de voces berretas. El fuego anda esquivo. Las brasas se sofocan bajo paladas de arena. Yo extraño el viento en la cara de la ruta donde todo está por acontecer, la pantalla technicolor de un Scania que me lleva al norte o al sur del planeta, el amanecer en un rincón perdido donde se curva el continente. Yo extraño a aquella aventurera que había leído demasiados tomos de la colección Robin Hood.

Mañana será otro día, dice la sabia tradición popular.

sábado, 29 de noviembre de 2008

El estado de las cosas


Es así. En una semana pasa todo: todo sí, y todo todo también. Y a la semana siguiente los autos se deslizan por la avenida como una formación de barcazas sobre aguas inmóviles. Y no hacemos más que hablar del calor. El calor: eso que va a sobrevivirnos a todos. Pasa alguien agitando las carnes. Pasa el pasado saludando simpático. Paso yo misma y ni me reconozco. Así las cosas, la semana siguiente promete. O no. Son las deliciosas patrañas que se inventa la especie para seguir adelante. Prendo el ventilador, apago el ventilador. Me pongo las sandalitas rojas o no sé muy bien qué me pongo. Llevo las cuentas a pagar. Me llama él o no me llama, o lo llamo yo. O le mando un mensajito. Ahora que lo pienso, esta semana viene medio chueca. Entonces pongo una música hipnótica. Y la hora que viene ya veré qué se trae por aquí.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Vos

Otro torrente de vos. Llegás así, de sorpresa, de vi luz y subí, con tu sonrisa canchera, como una luna llena extemporánea. A veces quiero invitarte yo, pero no me sale. ¡Qué ilusa! Creo que con un poquito de agua en bajada voy a inaugurar la garganta del diablo y lo único que consigo es una especie de canilla con el cuerito roto. Creo que si pinto un redondelito de blanco voy a llenar la luna nueva y no hago más que echarme encima una oscuridad de topo. Creo cada cosa yo...
A vos sí te sale, en cambio, porque el torrente sos vos. Yo soy la piedra calcinada: cobro vida en esa inmensidad de aguas feroces que desvían el cauce cotidiano para inundarlo de sentido. Soy la estatua de sal que se convierte en Sara por darse vuelta a mirar; soy la princesa aburrida que se convierte en sapo feliz para deleitarse con ese huracán de agua fresca en pleno verano.
Te miro y creo que sí, que te inventé, pero no. Vos ya estabas hecho. Yo nunca te habría inventado tan bien. Fijate si no lo que me pasa cuando intento apenas describirte: escribo algo que sólo entiende Magoya; te comparo con un torrente cuando sé muy bien que andás por ahí escupiendo fuego; te igualo a una luna llena justo a vos que sos el sol. No es mi culpa, querido. Así me dejás vos, cada tanto, hace más de mil quinientos días.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Vade retro, linchadores

Domingo
La mujer de la tele dice, como si tal cosa, la semana estuvo llena de hechos delictivos y los hechos delictivos seguramente seguirán ocurriendo en esta semana que comienza. ¿Es una sesión espiritista? No, es un noticiero. Yo buscaba algo en el cuarto donde la pereza dominical había dejado la tele prendida, y me quedo de una pieza ante el inusitado comentario. ¿Será que no hay noticias y entonces no queda sino frotar la bola del adivino alarmista?, te preguntás. Ah, qué ingenuo sos, Bulubú. El comentario era un prólogo, e inmediatamente después viene la noticia: Salen de la cárcel nosecuántos presos, dice la mujer, y agrega, con voz ominosa y autosuficiencia ciudadana: muchos de ellos reincidentes. Que los presos salen porque cumplieron su condena no parece tener la más mínima importancia. Si la noticia es una noticia de todos los días, ¿por qué no reemplazarla por presagios apocalípticos? ¿No es nuestro trabajo, acaso? ¿Por qué, de paso, no invocar subrepticiamente a aquel notorio ingeniero Santos, o al minilinchador que se aloja en casi todo ciudadano medio? ¿No es nuestro trabajo, acaso?

Lunes
El relativo silencio del atardecer en Belgrano y Defensa se interrumpe con el frenazo, la corrida y el grito: ¡Agarralo! Mi compra de cigarrillos también se interrumpe.

¡Agarralo, agarralo! El hombre ubicuo sigue gritando a intervalos regulares. La mujer del kiosco, excitada por la repentina y prometedora novedad, hace una contorsión de Nadia Comanecci a pesar de su obesa figura y en dos pasitos está en la calle. Un clima de qué pasó se abate como rocío plomizo sobre la esquina de barrio. Cuando llego junto a la mujer del kiosco y miro la avenida, veo figuras borrosas casi al final de la cuadra. ¿Un hombre corre a otro? ¿Son más? Vaya uno a saber. La mujer del kiosco ha de ver mejor que yo, porque en ese puñado de segundos ya sabe qué pasó... y ha tomado implacable posición sobre el asunto: Eso, eso, bien. Que lo caguen bien a palos por hijo de puta.

Lo dice con la mirada perdida en la escena, chorreando deleite, relumbrando satisfacción, alimentando una sonrisa a medias que parece plena del puro énfasis que reflejan los ojos. Le pregunto qué pasó. Y me dice: No sé (juro que la respuesta empezó por un no sé)... Un ladrón. Ahí están cagándolo a palos. ¿Violencia policial? No, ni siquiera. Varios súperman de a pie empuñando su mano propia. Una espectadora feliz entre otros posibles que los arengan en voz baja o a los gritos. Ánimo linchador, que le dicen.


Por si es necesario, aclaro que no me gustan los arrebatadores pero mucho menos los linchadores; que nadie ha visto a un arrebatador bajar de Marte; que creo profundamente en el garantismo; que me vería enredada en interminables polémicas si alguien me preguntara ¿a quiénes preferís llevar a una isla desierta, a una banda de arrebatadores o a una turba de potenciales linchadores?, y que no sé si optaría por los primeros pero sí sé que JAMÁS optaría por los segundos.

jueves, 30 de octubre de 2008

Perras negras


Ay, querido mío. Esa tu voz insomne que me presenta enigmas de madrugada. Esa tu voz de fuego que descubre el fuego por segunda vez en la historia de la humanidad. Esa voz irrespetuosa que desafía la puntería infalible del rayo. Esa voz que pone en ridículo el tan mentado "hechos, no palabras". Esa voz que me sorprende gritando: "mi reino por las palabras". Como diría J. C., "las palabras, Horacio, las palabras: esas perras negras". Las palabras que me muerden el alma, por poner en palabras lo indecible. Ay, querido mío. Gracias por tus palabras.

viernes, 24 de octubre de 2008

Se me ocurre

Los vaivenes, los sacudones, las bien llamadas situaciones-límite, los peligros, las visitas imprevistas al umbral de la muerte, todas esas circunstancias que se arrancan a lo más real de la existencia para construir con ellas la ficción: son las cosas que no se desean para los hijos, pero también,paradójicamente, son el material de las epifanías.

El héroe de la tragedia deja una herida abierta porque no puede relatar su experiencia completa: la relatamos los que quedamos atrás. Quien sobrevive a la experiencia trágica, si pudo con ella, necesita relatarla. Pero para hacerla soportable termina relatándola como comedia... esa palabrita tan inmerecidamente desprestigiada.

viernes, 17 de octubre de 2008

Postales un poco maniqueas


Cruzando Darregueyra, un hombre-dandy extiende la mano para proteger a una señora ya grande de un auto imaginario. La señora sonríe, incrédula. No todos los días se recibe la caricia de un dios italiano con anteojos de sol.

En la tele del subte, un hombre habla de negocios como si en ello se le fuera la finitud. Dice algo así como que el Barcelona hizo calzoncillitos infantiles para captar a sus fans desde la cuna. ¿Es una versión domada y tranquilizadora del bebé de Rosemary? No, es un spot publicitario.

Pasa gente hablando sola, casi gesticulando, como si su interlocutor estuviera enfrente. No parecen locos, no. Cuando se acercan un poco más se les ven unos cablecitos que salen de las orejas. Me viene a la memoria esa frase genial de Tom Stoppard: a man talking sense to himself is not madder than a man talking nonsense not to himself, juego de palabras que pierde su alma en la traducción.

Un grupo de turistas nórdicos de entre cincuenta y sesenta años recorre la Plaza de Mayo con la naturalidad de un ovni. Todas las señoras tienen el mismo corte de pelo garçon.

La ciudad está llena de afiches publicitarios alusivos al inminente día de la madre. Las madres de los avisos son lindas y jóvenes, pero ninguna usa escote.

Dos chicos cartoneros pasan entre los autos con sus carritos. Van gritándose cosas, riendo. Van jugando. Son la única felicidad visible de la hora pico.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Bellezas de la ironía saeriana

de Juan José Saer, El río sin orillas:


"Espanto y vulgaridad son el patrimonio principal de los aviones. No contentos con llevarnos, a toda velocidad, desde la tierra firme en la que estábamos hasta los diez mil metros de altura, poniendo a prueba la paciencia de sus motores, los profesionales de lo aéreo agravan la situación creyéndose obligados a munirnos de un entorno agradable, que para ellos se encarna en todos los lugares comunes que ha concebido la cultura del ocio: sonrisa estereotipada de las azafatas, voz melosa en dos o tres idiomas del steward, free shop donde se vende a precio ventajoso lo superfluo, visión obligatoria del film que hemos evitado cuidadosamente en los últimos meses, bombardeo –por suerte, casi inaudible en nuestros auriculares de plástico– con las 'mercancías musicales' cuyos mecanismos falsamente artísticos ya desmanteló Adorno hace varias décadas en 'Quasi una fantasia'. En, como se dice, dos patadas, los cuatrocientos pasajeros, orgullosos de adherir a un sistema que preserva la iniciativa individual, arracimados en la cabina decorada según las reglas más pequeñoburguesas del gusto moderno, pasan a ser la materia prima con la que el reino de la cantidad amasa sus acontecimientos descabellados. En los largos vuelos intercontinentales, a estas calamidades hay que agregar la diferencia horaria, el cambio de clima, la fatiga nerviosa, el hartazgo."

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Se agradece


Qué cosa, caballero, eso de verlo así, tan alto en las alturas, tan bajo en las bajuras, y en esta vida que es un pasar, un pesar, un pisar o –como bien diría la señora de Gutusso– un albur, un sonsonete, un paraqué y cosas por el estilo, yo más bien me inclino por besarle los pies y otras cuestiones.

Ya lo dijo aquella tarotista, la torre no tiene por qué ser desgracia y en la montaña rusa somos todos iguales.

Por suerte además me quiero sin usted, porque, sepa caballero, yo también tengo la costumbre de andar besándome los pies y subiéndome a tarimas, podios, y también, de vez en cuando, a pedestales.

Pero cuánto más lindo es quererme con usted, como geisha en kimono, como reina de Java, como vieja en la cueva, como niña’e sus ojos.

Tante grazie por los buenos momentos, que son como oro en polvo, como pájaro en mano, como aguja en un pajar, como ojo de la cara.

Y ma fangulo por los malos ratos, que eso es lo que sobra –dicen las malas lenguas– si uno se desencajeta, se mete entre ceja y ceja, entre cales y arenas, entre espada y pared.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Estupor


Se queda en silencio, porque pasó algo sordo o ciego o desconocido, y no se aviene a preguntar qué fue. El último diálogo rebota en la memoria como el maullido insomne, ajeno e inexorable de una gata en celo. Eran moras maduras y de repente fueron pedazos de mondongo crudo. Era ambrosía y de repente fue aceite de ricino. Era el frenesí del aquelarre y de repente fue el infierno de la hoguera. Un día era Juana de Arco, y al día siguiente, un esqueleto descompuesto de dolor. Y afuera sigue el mundo, indiferente a sí mismo, a su belleza y su vómito, porque no busca sentidos y simplemente es.

viernes, 22 de agosto de 2008

Otra traducción ¿libre? de Emily Dickinson


El poema de Emily tiene versos más largos y palabras más pesadas: un estilo de época, quizás, y que de todas formas adquiere mas pesadez si se lo pasa tal cual al español (obsérvese la seguidilla de palabras terminadas en ele que acabo de engendrar). En fin, con algunos cambios de ritmo y reducciones de extensión, lo que dice el poema, a mi modesto entender (obsérvese la seguidilla de comas), es lo siguiente:

1106

No sabemos cuándo;
la pérdida llega
y se instala, firme,
entre las certezas.

Carta, azar, amigo,
visos de firmeza,
solidez de espectro,
sustancia de arena.

Emily Dickinson

Tal cual, ¿no?

jueves, 17 de julio de 2008

El hombre resbaloso


A eso de las cuatro y veinte, el hombre resbaloso, el hombre-cobos, bifronte como Jano, tembló frente al micrófono. Su respiración se oyó en cientos de casas y en un par de plazas, amplificada por la avidez de una madrugada tortuosa.

No se animaba a decir la maldita palabra (y no la dijo: apenas la tradujo en un rodeo amedrentado) que muchos dicen lo instaló en la Historia. Y lo instaló en la Historia, sí, pero en la misma historia de siempre, sólo que con un poquito más de espectacularidad... prestada.

Sí, todo era prestado: la espectacularidad, el momento histórico, los 15 minutos de fama. Si el hombre hubiera tenido algo azul, su boda sáurica se habría imbuido también de buenos augurios. Porque algo nuevo tenía (reinstalaba lo viejo con una nueva estacada) y tenía mucho del usado, recalcitrantemente renovado, exultantemente viejo destino de estos parajes. (Ahora que lo pienso, seguramente el traje era azul. Claro, quién se iba a fijar en el traje. Si el hombre hubiera sido Cristina, alguien se habría fijado en la cartera.)

En otro lugar de la ciudad, unos gordos de atuendo caro y estudiadamente autóctono confundían himnos nacionales con mojigatos avemarías y defensa de la cuenta bancaria con heroísmo cívico. Los gordos se abrazaron como quien festeja el final de un campeonato reñido. Habían ganado por penales con la complacencia del arquero contrario. Habían ganado lo que nunca, por esas putas malsanidades de la historia, terminan de perder.

sábado, 7 de junio de 2008

De nuevo en la cuadrícula

Perú me escupió de nuevo en la cuadrícula después de una corta y expeditiva caminata por la bacanal de diagonales que a esta altura ya atravieso de taquito. Pensaba en la seriedad de mi decisión: hacerte a un lado, dejarte en el camino, en el camino junto al cual, según el papá de Julia, nunca hay que entregarse, nunca "no puedo más y aquí me quedo". Como avisándome que las cosas no estaban tan mal y que a largo plazo la cosecha era buena, habían aparecido, en distintos días de la semana y en diversos tipos de materilización (voz telefónica, presencia, mensaje), X., X. y X., en un orden que no necesariamente se condice con esta secuencia. Y esa salida de las diagonales a la cuadrícula se erigía ahora en una especie de símbolo bastante obvio, casi rayano en la didáctica. A veces es mucho mejor saber que en la esquina va a aparecer una calle perpendicular. Por un tiempo, nomás, hasta que sanen las heridas.

domingo, 1 de junio de 2008

El silencio obstinado y estridente del domingo recubre con pasmosa quietud los demonios llamados a guardar. Los muy arteros habían vuelto a escaparse para hacer de las suyas aquella interminable noche de viernes... Y yo que creía haberlos noqueado hace rato.

Pero no, ahí estaban nomás, bien intactos, bien sanos y bien salvos. Habrá que fumigar un poco mejor.

Furiosos por haber sido arreados a su celda después de la frenética escapada, se me debaten en un lugar recóndito del alma que parece quedar muy cerca de la pobre panza. Y ojalá este desasosiego se curara con Buscapina.

Todo lo demás anda bien, casi sobre ruedas, por suerte.

jueves, 24 de abril de 2008

Emily Dickinson (traducción levemente libre de tres poemas)


2
Hay otro cielo
claro y sereno
y hay otro sol
aunque allí sea crepúsculo;
no te inquietes si el bosque
se marchita, Austin;
si el campo está en silencio:
aquí hay una floresta
con hojas siempre verdes;
hay un jardín lozano;
nunca hubo escarcha en él;
en sus flores perennes
zumban las abejas;
te lo ruego, hermano,
entra en mi vergel.

E. Dickinson

249
¡Noches salvajes, salvajes!
Si aquí estuvieras,
el desenfreno sería
nuestra opulencia.

¡Ya no más brújulas, mapas!
Vanos los vientos.
Vanos para un corazón
que llegó a puerto

Por el edén va mi barca.
¡Ay, este mar!
¡Ay, si esta noche pudiera
en ti amarrar!

1251

La voz nos salva, nos rescata.
Sólo el silencio es pavoroso.
Porque el silencio es
infinitud: no tiene rostro.

E. Dickinson

domingo, 20 de abril de 2008

De cómo apañárselas con el caleidoscopio

Gira incansablemente el caleidoscopio. Las piezas se confunden y forman imágenes de inconmensurable belleza, horror inaudito, suspenso implacable, soso aletargamiento o extrema comicidad. Una pieza azul se superpone a una pieza amarilla, y en el instante de verde fugaz se vislumbra una pradera bucólica, que después se transforma en furiosa tormenta cuando se desliza imperceptiblemente por detrás una súbita pieza violeta.
Así las cosas, habrá que disfrutar de la maravilla arquitectónica del giro perpetuo y no detenerse tanto en la efímera contundencia de las combinaciones.
(Sólo válido para la vida cotidiana profana-profana. Se ruega no aplicar a cuestiones económico-sociales.)

Gotán de la despechá

Ibas y venías como un gorrión mareao;/ jugabas a Romeo antes de matar./ ¿O eras el Romeo de Romeo is bleeding?/ ¿O ese juego era tu manera de amar?
Cuando caí en tu mundo intranquilo, inconexo,/ inasible, insufrible, invitante e incierto,/ me golpeé una y mil veces el alma malherida/ para después curarme en tu nidito artero.
Maldito en tus huidas, bendito en tus embates,/ me mantuviste en vilo como un insomnio insano./ Y me fui cuando vi que me brotaban miserias,/ y sapos y tristezas y enojos y gusanos.

miércoles, 2 de abril de 2008

Bajo la luna

Andamos por la ciudad con walkie talkies cuando la luna ya apaciguó la histeria de los noticieros. Cada uno recorre vagamente su trayecto y terminamos encontrándonos en algún checkpoint Charlie. Somos mini-Odiseos con taxi por toda nave. Al final del largo viaje por la madrugada nos fundimos en un abrazo dionisíaco. Y al otro día desayunamos hablando de política, música u otras cosas esdrújulas, ya apaciguada toda nuestra sed.

sábado, 29 de marzo de 2008

Mal recuerdo

La noche enardecida azotaba el cemento frío. El viento aullaba y escupía remolinos de hojas secas. La calle era larga y estaba bordeada de rejas. Casas escondidas tras las rejas, gente escondida tras las casas. La calle era una síntesis de casi todos los miedos.

Yo no tenía alternativa. No era la primera vez que me metía en la boca del lobo, pero me juré que sería la útima. Faltaba una distancia infinita para llegar a la avenida. Y ésa era apenas la primera parte del trayecto.

(...)

Recuerdo aquellos días con una mueca triste que hace lo indecible por parecerse a una sonrisa. Yo cargaba con una honda soledad, precio que se paga por haber abandonado el paraíso.

viernes, 21 de marzo de 2008

viernes santo

Despertar con sabor metálico en la boca y ronquido suave a mi lado. Varios desayunos, varios regresos a la cama, varios intentos de empezar el día. La noche anterior fue una de esas noches-esponja, que absorben todas las energías reservadas para el día siguiente. A eso de las cinco aparece un nubarrón grotesco, que yo juro haber visto en mi sueño matinal. La lluvia, resuelta y eficaz, alivia el calor extemporáneo. La sesión aleatoria (caprichos de la época) impide crear una atmósfera uniforme. El diálogo se aletarga en pufs y reposeras. El otoño apresura la llegada de la noche.

Confesión

Liberada de todos los madatos (a los 44 resulta creíble), quiero anunciar que soy feliz la mayor parte del tiempo, que ya es mucho decir.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Qué buen chiste el de la existencia

¿Qué hace uno cuando descubre el sinsentido, ese que todo lo abarca? Un libro espeluznante, como La náusea. Una serie graciosa, como Seinfeld. Una película excelente, como Silvia Prieto. Lo tapa hablando de sus hijos, como varias de las Silvias Prieto del final de Silvia Prieto (increíble final, golpe bajo y alto si los hay).

¿Qué hace uno con el sinsentido? Nunca voy a olvidar esa noche de 1982. Soñé con unos títeres siniestros que bailaban enfrente de mi casa, como colgados de una especie de ariete. Después agarraban el ariete, cruzaban la calle e intentaban derribar la puerta. Entonces me desperté y salí corriendo a prender la luz. Esa noche descubrí la finitud.

Poco antes, Ana C. había hecho uno de los mejores chistes que oí en mi vida. Estábamos en la facultad (por entonces en Marcelo T.), mirando la escalera por donde subía y bajaba un montón de gente. De repente, un tipo que subía se quedó parado entre dos peldaños, como congelado, con la mano apoyada en el pasamanos y la mirada perdida. "¿Qué le pasó? –dijo Ana C.– ¿Descubrió el sentido de la vida?"

Claro, había que estar ahí para apreciarlo en toda su genialidad. Así contados, los chistes tampoco tienen mucho sentido.

lunes, 17 de marzo de 2008

Insoportable pesadez de la geometría







Me quedé mirando la indiferente geometría de la vereda. Había estado ahí desde siempre, primero en el pensamiento y después en la materia, primero en la filosofía y después en la historia, en cien ciudades y después en ésta. Ángulos repetidos hasta el cansancio, ciegos y sordos a los pasos apurados, proyección infinita de la finitud que amenaza a toda materialización de su forma.



viernes, 14 de marzo de 2008

Ex-cursus deliberadamente vago e inconexo

Algún ex siempre anda por ahí para extender su capa cuando el charco está muy embarrado.

Algún ex siempre viene de visita para tirar alegremente la casa por la ventana (buena noche la de anoche).

Algún ex siempre se cruza una por la calle en esta ciudad-pañuelo para traer a la memoria la buena siembra del pasado (a veces la mala; no fue éste el caso).

Aquel célebre amor después del amor –que a su creador e inspiradora no parece haberles funcionado muy bien que digamos– se está convirtiendo últimamente en mi más exquisita especialidad.

Así viene esta semana, que empezó con un baldazo de agua fría en la algo más profana materia del trabajo: una de cal y varias de arena, o viceversa, nunca supe bien cuál es cuál en ese bendito dicho.

jueves, 13 de marzo de 2008

La noche

La hora del último sol como preludio de la noche. La noche como despertar. Dejar que la noche fluya delatando su transcurso con indicios metódicos y rutinarios que vienen de la calle. A eso de las cuatro llegará el olor de las medialunas a medio hacer. Entre las cuatro y las siete se irá incrementando paulatinamente el ruido lejano de los camiones. Antes habrá llegado el sueño o el canto de algún pájaro.

martes, 11 de marzo de 2008

Más allá



Y nos quedamos tiesos en ese recinto frío. Varios de los plateados parecían dormir. Los otros tenían la mirada perdida en algún arrecife imaginario. Estaban duros y fríos, y brillaban bajo el resplandor opaco que atravesaba a duras penas una especie de vidrio. Recordé ese último instante: me había lanzado feliz sobre algo que creí comida, y después vino el tajo, el dolor ciego, el sofocón, los sacudones y la oscuridad.

Hoy en la calle Bolívar

Del hueco que dos baldosas faltantes dejaron en la vereda asoma un conjunto irregular y colorido de mosaicos, una especie de cruza de venecita y mayólica. Justo en ese momento, de la tienda que da a esa vereda sale una ráfaga reconcentrada de sahumerio con aroma a canela. Por un instante todo se detiene: la estridencia de los motores, el ritmo imaginario de mi paso y la pausa que separa la inhalación de la exhalación. La canela y los colores alcanzan su cenit de saturación, y una micronésima de segundo después se desintegran con un estallido tan repentino como el de una mala noticia, una burbuja o la aparición del primer rayo de sol.

viernes, 7 de marzo de 2008

Era eso

"Donde hay amor, yo quiero más y más y más", canta Barnes desde su página de Myspace. Finalmente, it all amounts to this.

lunes, 3 de marzo de 2008

Love sucks?

¿Qué es esto de enamorarse cada vez más de la ciudad donde se vive? Los hombres que me enamoran (con alguna honrosa excepción) son extraños, y lo primero que sospecho de todos ellos es que la cosa va a ser efímera. No hago más que ganarme nuevos afectos que después de la pasión toman una forma distinta, tranquila y familiar. Y también algún que otro odio. Pero esta ciudad... Puedo morir de amor con sólo caminar por la Avenida de Mayo una noche de domingo, después del cine o después de haber cenado en un restaurante español, cuando sólo quedan los gringos, los inmigrantes rusos y los porteños de preferencias nocturnas. Y ni siquiera la decadencia de la calle Corrientes me desenamora, ahora que las librerías ya no están abiertas hasta la madrugada. Ni el intendente de mierda (gobernador, perdón) que muchos supieron votar, ni la evidencia casi pornográfica de tanto aumento de la pobreza. Bueno, si hay algo que no tiene explicaciones es el amor. "Love sucks" dice algún personaje de alguna película medianamente inteligente de Hollywood. Pero este amor doesn't suck. Es uno de los pocos amores perdurables que conozco.

viernes, 29 de febrero de 2008

Paraíso

Pasa el tiempo y es como despertarse y ver las cosas tal como son: no tanto (o ningún) brillo en lo brillante y no tan oscura la supuesta oscuridad. Como la segunda vez que se entra a un lugar que la primera vez fue un ensueño. O como cuando se descubre un rictus horrendo en esa cara que parecía tan hermosa o una súbita belleza en la que parecía tan olvidable. Vivir el presente con las epifanías del futuro no tendría quizá tanta gracia, pero al menos amortiguaría el sufrimiento. Por suerte llega un momento en que uno aplica el saber acumulado. Contra lo que tanto se dice en un absurdo afán de defender el invernadero del romanticismo, la pérdida de la inocencia es hermosa y el endurecimiento, el verdadero paraíso.

domingo, 24 de febrero de 2008

Domingo porteño

Salgo de una noche de amor desamorado con esa canción que me da vueltas en la cabeza desde ayer. Camino un poco por la avenida. Consigo uno de esos taxis de puerta corrediza. Busco el diario en la esquina de casa, rito dominical innegociable. En el contestador suena la voz de mi sobrino, hombrecito predilecto si lo hay. La noche fue larga, espesa y agridulce, con voces exaltadas y sustancias que conjuran un éxtasis fugaz, con subidas y bajadas de montaña rusa. La noche se extendió hasta bien entrada la mañana. El día me recibió con el sol en el cenit. Voy a trabajar hasta que vuelva el sueño, o hasta que el lunes restablezca la ilusión del tiempo ordenado.

sábado, 23 de febrero de 2008

Segunda soltería

Otra cena más con amigos. Otro día donde todo está por acontecer. Cada ring del teléfono puede traer una voz comercial o una voz amorosa. Es dulce la segunda soltería. Brindo por estos años venturosos.

lunes, 18 de febrero de 2008

Berlín según Kracauer

"Es dulce, sin duda, el apremiante deseo de practicar la flanerie (...). Por desgracia, resulta muy difícil trasponerla a Berlín. Nuestra arquitectura es mortalmente dinámica: o bien se dispara en línea perpendicular hacia arriba sin que nada la detenga, o bien busca anchura en la horizontalidad. Y las calles... Si pienso, por ejemplo, en la Kantstrasse, me sobreviene de inmediato un deseo irreprimible de correr sin parar hasta su punto de fuga, que seguramente queda en algún lugar del infinito, cerca de la Casa de la Radio."

Sigfried Kracauer, "Ein Paar Tage Paris" (1931)

martes, 12 de febrero de 2008

De xenofobia, sabores y dietas

En mi prejuiciosa ciudad, muchos suelen acusar de ladrones a los peruanos, como si el robo fuera un acto extrapolable del complejísimo entorno urbano, ajeno a otros aspectos del sistema y factible de ser atribuido a supuestas características fijas de la nacionalidad. En esa absurda estereotipación caen incluso algunos integrantes de mi entorno más querido, azuzados por leyendas xenófobas que recorren las calles y van agrandándose como avalanchas de chisme y sospecha. Digo esto ahora porque hoy al medodía, una vez más, me vi envuelta en uno de esos debates ingratos.

Pero hoy al mediodía también me sumergí, como suelo hacer de vez en cuando, en otra experiencia relacionada –en este caso, sin discusión– con mis queridos compañeros de continente. Y quisiera "acusarlos" de una característica que sí es atribuible al terruño nativo: la gastronomía. Sí, la comida que sirven en los restaurantes peruanos de mi ciudad es absolutamente deliciosa. ¿Me dirá alguien alguna vez cuál es el condimento excelso que le ponen al seco de frijoles? O bien, ¿cómo logran ese amarillo irresistible del ají de gallina? ¿Y el sabor afrodisíaco del cebiche? ¿Y la fuerza volcánica de la sustancia?

Los hipotéticos (y en su mayoría inexistentes) lectores de este blog, después de tanto comentario gastronómico –y en muchos casos etílico– jamás adivinarían que estoy a dieta casi rigurosa. Y que la dieta, sin obligarme a renunciar a todos los placeres, está dando resultados asombrosos, con lo cual puedo desmentir otra leyenda virtualmente indiscutida: que poco después de los cuarenta, una mujer difícilmente logre adelgazar.

¿El secreto? Carne argentina magra (un poco menos de morcilla en los asados), frutas y verduras bolivianas, semillas de lino de cualquier origen, mucho más delivery chino que italiano, mucha más agua que vino argentino o chileno (el vino es innegociable), algún escape peruano para compensar, algo de ejercicio (incluido el amoroso, con gente de cualquier nacionalidad)... y tener la suerte de poder pagarse la comida y la bebida en esta selva que nada perdona.

domingo, 10 de febrero de 2008

Inutilísima

Consejos para evitar sufrimientos de morondanga:
  • Borrar el historial. Hay sitios que no deberían visitarse por largo tiempo.
  • Hermosearse. Hermosearse hasta que la molestia haya perdido el último miligramo de sentido.
  • Andar por la ciudad. La ciudad cada tanto desempolva la galera.
  • Cuidar la reserva de fantasías. Nunca sobran.
  • Sólo suspender el asado si se avecina (irremediablemente) el segundo diluvio universal.

viernes, 8 de febrero de 2008

Momentos olvidados

Hora de los pájaros, invariable a lo largo del tiempo. Todo cambia a paso casi imperceptible alrededor de ciertas cosas que permanecen inmutables. Melodías que se repiten con la obstinación autista de un mantra, ajenas a su "ser en otro". Son algunos de los hilos invisibles que parecen dar unidad al ser diacrónico. En esas escalas ciegas resuenan momentos olvidados, cuyo desciframiento se ha ocultado para siempre en la secuencia de notas. En Paraná había una hora de las campanas y los perros, que yo escuchaba desde una casa que ya no existe.

Cena china

Lluvia tranquila y artesanal, sin la explosión inquietante y desquiciada de los truenos. Apago la Mahavishnu porque la noche tiene sonido propio. Por hoy me basta con la compañía de mi lámpara, el estruendo diminuto de las gotas y el murmullo bobo del ventilador. Hoy cada amigo se queda en su casa, dialogando con gatos, amantes o libros. Hoy, cena china con vino de ayer.

martes, 5 de febrero de 2008

A Leo

Noviembre de 2006 - febrero de 2008.
No es ningún aniversario de cuando te fuiste para siempre, pero hoy me acordé de vos. Me acordé de aquel día de noviembre en el subte, cuando volvía de verte (porque todavía estabas entre nosotros) y me inspiraste estas mínimas palabras.

sábado, 2 de febrero de 2008

Homenaje




Sí que era lindo este tipo. Cosa que jamás me hubiera permitido admitir en la época en que daban Piel naranja y una debía responder al entretenimiento banal con una actitud escéptica, desapegada y cool. Hoy estuve mirando un rato el canal retro para descansar de tanta traducción de texto serio, y en esa espléndida cara aindiada reconocí rasgos y gestos de seres queridos que vinieron después (la belleza indescriptible de L., la sonrisa rompehielos de P.). Hoy que no me importa reivindidcar la cursilería de una telenovela u hoy que me sorprendí diciendo "sí que era lindo este tipo", vaya mi tardío homenaje a este ícono de décadas pasadas, el nunca bien ponderado Arnaldito.

viernes, 1 de febrero de 2008

Lava


En el camino, las nubes parecían una estampida de animales suspendidos en plena carrera, como si los hubiera petrificado una ola de lava y sólo pudieran avanzar en su última pose empujados por el viento a velocidad regular de aquí a la eternidad. Nube gris azulada sobre nube blanca sobre cielo azul Francia, y abajo sólo pasto, pasto, pasto, superficies interminables de pasto, un planeta de pasto con alguna que otra coreografía de ganado y arboledas escasas y dispersas.
Cuando llegamos a la quinta también a mí me alcanzó la lava. A la casa parecían haberle caído encima, de una vez y para siempre, sus ciento cincuenta años. Los nuevos dueños le habían sacado la parra, uva dulce en la pata larga de la ele, uva chinche en la pata corta. Le habían sacado todos los árboles y los arbustos y las plantas, y en el medio del parque de pasto semiseco dormitaba, triste y rancia, la huella negra de una fogata reciente. Despojada de su collar de naranjos asomaba la pileta de cemento. Hace una eternidad era enorme, en esos años en que aprendí a nadar y a tirarme de cabeza.
Todo lo que quedaba era un fuerte de ladrillo de barro, ceniciento, vencido, apagado, rendido. Le dije adiós a la casa de mi abuela, la última casa de mi infancia. La van a dejar linda, dijeron.



miércoles, 30 de enero de 2008

Somos por lo menos dos

Confirmado. No soy yo; somos nosotras. Y somos por lo menos dos. Está la que se vale por sí misma, la que avanza y nunca se siente sola, la que deja transcurrir y no piensa más que en el presente. Y está la otra, la que se angustia y sufre por el futuro, y se la pasa haciendo cálculos porque tiene miedo de quedarse sola. Una vez salimos de gran viaje, de viaje de iniciación y descubrimiento, y la segunda, la energúmena, nos enfermó de muerte porque sentía culpa y ya no sabía qué hacer para volver. Y claro, la que sacó las papas del fuego cuando las cosas llegaron demasiado lejos fue la primera. Hizo planes para el presente (porque el futuro para ella no existe; para ella el tiempo es un eterno ahora) y aquí nos tienen a las dos, vivitas y coleando, felices y enérgicas cuando está una, la primera, que por suerte suele quedarse más, y en el filo del abismo cuando viene la segunda, la energúmena, que se enoja por todo y se angustia por nada.

jueves, 24 de enero de 2008

Citas que recuerdo quién sabe por qué (o por razones obvias)

Comienzos de libros, otras frases de esos libros, versos de poemas de los que recuerdo más versos, publicidades de la infancia, titulares de diarios, fragmentos de libros infantiles, cosas que dijo mi mamá. ¿Cuál es cuál?

Una muchacha irrecordable llamada Gekrepten.
¡Llora, oh Diosa, la cólera del pelida Aquiles!
La verdad se abrió paso hacia mí como un nadador exhausto.
De los campos el aliento como sahumerio venía.
Hace tiempo que tengo una gran duda/hay una vaca que jamás saluda (etc.)
¿Encontraría a la maga?
Si Boca gana será campeón. Si no, no. (O algo así.)
¡Caminás, Martín! ¡Caminás!
Deja de hacer el conejo y ten quieto el hociquito.
Las chicas del secundario bajaban por las escaleras gritando: ¡Queremos ir a Trelew!
La Campagnola se come sola.
(continuará)

P.D.: La rima del hociquito sigue, y cuando la leí, de chiquita, sonó como un horroroso jeroglífico a mis oídos argentinos (aunque el sentido se entendía):
Creen que estamos en el bote/ y siguen dándose pisto,/ pero no hay ninguno listo:/ son tontos de capirote.
(mein Gott!!!)

sábado, 19 de enero de 2008

Ya no penen, lares


Para los lares de mi casa nueva voy a hacer un patio lleno de sol, con un rincón de mayólicas, un cantero de jazmín árabe, la infaltable parrilla y ventanales que van a llenar de luz la cocina comedor. Que esto no es un sueño, y los sueños, sueños son.
(Gracias a P. por su relato sobre Calvino.)

jueves, 17 de enero de 2008

Hoy al mediodía

En Alem, el sol caía de lleno sobre la belleza compacta y heterogénea de las fachadas. Ya no hacía tanto calor. Casi llegando a Maipú, la CTA protestaba por los despidos. En las paredes, hileras de (insuperables) afiches decían: "Mauricio, la ciudad no es tu empresa". La estridencia de la calle se mezclaba con un silencio que parecía venir de alguna casa vacía.

martes, 15 de enero de 2008

Accidentes epifánicos

Un pequeño accidente doméstico con consecuencias molestas, en un medio ambiente a temperatura de sopa con canillas de agua fría que sólo escupen agua caliente y un calor que prospera monstruosamente en la humedad de uno de los ríos más anchos del mundo... Decía, sí, un pequeño accidente doméstico puede producir cambios inmensos y epifánicos si el malhumor que nos provoca toma la dirección adecuada. Los ejemplos abundan.

Dejar de soportar a algún vampiro que ande chupándonos la sangre. Dejar de tolerar las sandeces que dice o hace alguien que por algún motivo indescifrable nos había revolucionado las hormonas. Reírse finalmente con descaro de esa miss o ese mister Perfection que siempre sale con algún preudopsicologismo individualista. Sentar definitivamente en su trono a esos amigos y amantes imprescindibles cuya presencia cotidiana borronea la maravilla de haberlos encontrado. Sí, y ponerse cursi si es necesario. Acordarse una vez más de besar la tierra donde existen los hospitales públicos y gratuitos. Dejar de imaginar que se sufre por amor, cuando en realidad se sufre por heridas al amor propio. Cambiar la dirección del amor propio. Amarse con fiereza de vacuna antitetánica. Cuidarse con regularidad de antibiótico. Lavarse la sangre de las sandalias. Guardar la sangre para transfusiones, y no dejar nada para los vampiros.

sábado, 12 de enero de 2008

Lo que se oye esta mañana

El ruido diligente de las teclas. El ruido tranquilizador del lavarropas. El ruido industrioso y discreto de una herramienta que usa algún vecino. El ruido familiar que hace el último sorbo de mate. El ruido quejumbroso y lejano de un colectivo. El ruido cantarín de una tapita que cada tanto rueda por el patio. El canto intermitente de un pájaro. El silencio atronador del teléfono.

Querido interlocutor ausente

Estas cosas eran impensables en la década de 1980 (cuando ir al poste restante de ciudades ignotas era una experiencia suprema). Sí, era inconcebible escribir para el mundo y que nadie, ni siquiera un viajero circunstancial, acariciara casualmente con sus ojos los trazos de tu texto.

Pero un día llegó el doctorrrr, manejando un cuatrimotorrr, y ¿saben lo que pasó? ¿Saben lo que pasó? Todas las brujerías del brujito de Bulubú se curaron con la vacú, con la vacuna de la luna lu.

Sí, también era inconcebible decir cosas como "salgo muy mal en las fotos de celulares". Chino básico.

Y mejor que me saque de encima esta nostalgia barata de vino rosado y amigos que se fueron temprano. Nada de esto me inquietaría ni remotamente si no estuviera penando por banalidades amorosas.

Y ¿saben lo que pasó? ¿Saben lo que pasó? Noooooooooooo.

viernes, 11 de enero de 2008

Horóscopo para hoy

Amor: Un hombre se va, pero otro construye tu casa.
Trabajo: Diosa, como siempre.
Consejo: Sacate de adentro esa mufa venenosa con un poco de Talking Heads.

Fisuradeces

"Estoy fisurado". Expresión que no uso desde mi adolescencia, por muy fisurada que esté. Creo que ya está todo dicho. Pasaremos a circunstancias más livianas cuando las circunstancias lo permitan. ¿Qué hay de nuevo, Bulubú? Nada que no se supiera de antemano.

jueves, 10 de enero de 2008

¿Tinto o Sprite?

Despertar raro. Ducha con los sonidos más punk de Bauhaus. ¿Hoy voy a dejarte? ¿O mejor dejo
acontecer? ¿Me lo tomo con liviandad? ¿Me lo tomo con Sprite cero? ¿O con un tinto espeso, delicioso y triste?

miércoles, 9 de enero de 2008

¿Qué hay de malo, Bulubú?

Buen despertar, con una voz querida en el teléfono, ducha con Tender de Blur –sorprendentemente country– y un café que salió perfecto de la Volturno. El calor no ceja. Por suerte, hoy trabajo en casa y la casa está limpia. El día empezó hace rato, pero quedan muchas horas por delante. ¿Qué hay de malo, Bulubú? El amor, que me tiene a maltraer.

diccio-blow

¿blow up or blow out?
¿blow job or blow-dry?
¿blowfly in blowhole?
¿blowtorch or blowlamp?