Me quedé mirando la indiferente geometría de la vereda. Había estado ahí desde siempre, primero en el pensamiento y después en la materia, primero en la filosofía y después en la historia, en cien ciudades y después en ésta. Ángulos repetidos hasta el cansancio, ciegos y sordos a los pasos apurados, proyección infinita de la finitud que amenaza a toda materialización de su forma.
nos mudamos
Hace 2 años
1 comentario:
A mí, la geometría me ama: yo sin ella perezco (sueno un poco neurótico y obse, no? pues no le han mentido!)
Saludos métricos,
M. (de MatemáticaDeBase)
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