Despertar con sabor metálico en la boca y ronquido suave a mi lado. Varios desayunos, varios regresos a la cama, varios intentos de empezar el día. La noche anterior fue una de esas noches-esponja, que absorben todas las energías reservadas para el día siguiente. A eso de las cinco aparece un nubarrón grotesco, que yo juro haber visto en mi sueño matinal. La lluvia, resuelta y eficaz, alivia el calor extemporáneo. La sesión aleatoria (caprichos de la época) impide crear una atmósfera uniforme. El diálogo se aletarga en pufs y reposeras. El otoño apresura la llegada de la noche.
1 comentario:
El año debería tener una semana santa por mes...
Saludos poco católicos,
M. (de MuchasSemSantasyPocasNocheBuena)
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