sábado, 29 de marzo de 2008

Mal recuerdo

La noche enardecida azotaba el cemento frío. El viento aullaba y escupía remolinos de hojas secas. La calle era larga y estaba bordeada de rejas. Casas escondidas tras las rejas, gente escondida tras las casas. La calle era una síntesis de casi todos los miedos.

Yo no tenía alternativa. No era la primera vez que me metía en la boca del lobo, pero me juré que sería la útima. Faltaba una distancia infinita para llegar a la avenida. Y ésa era apenas la primera parte del trayecto.

(...)

Recuerdo aquellos días con una mueca triste que hace lo indecible por parecerse a una sonrisa. Yo cargaba con una honda soledad, precio que se paga por haber abandonado el paraíso.

viernes, 21 de marzo de 2008

viernes santo

Despertar con sabor metálico en la boca y ronquido suave a mi lado. Varios desayunos, varios regresos a la cama, varios intentos de empezar el día. La noche anterior fue una de esas noches-esponja, que absorben todas las energías reservadas para el día siguiente. A eso de las cinco aparece un nubarrón grotesco, que yo juro haber visto en mi sueño matinal. La lluvia, resuelta y eficaz, alivia el calor extemporáneo. La sesión aleatoria (caprichos de la época) impide crear una atmósfera uniforme. El diálogo se aletarga en pufs y reposeras. El otoño apresura la llegada de la noche.

Confesión

Liberada de todos los madatos (a los 44 resulta creíble), quiero anunciar que soy feliz la mayor parte del tiempo, que ya es mucho decir.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Qué buen chiste el de la existencia

¿Qué hace uno cuando descubre el sinsentido, ese que todo lo abarca? Un libro espeluznante, como La náusea. Una serie graciosa, como Seinfeld. Una película excelente, como Silvia Prieto. Lo tapa hablando de sus hijos, como varias de las Silvias Prieto del final de Silvia Prieto (increíble final, golpe bajo y alto si los hay).

¿Qué hace uno con el sinsentido? Nunca voy a olvidar esa noche de 1982. Soñé con unos títeres siniestros que bailaban enfrente de mi casa, como colgados de una especie de ariete. Después agarraban el ariete, cruzaban la calle e intentaban derribar la puerta. Entonces me desperté y salí corriendo a prender la luz. Esa noche descubrí la finitud.

Poco antes, Ana C. había hecho uno de los mejores chistes que oí en mi vida. Estábamos en la facultad (por entonces en Marcelo T.), mirando la escalera por donde subía y bajaba un montón de gente. De repente, un tipo que subía se quedó parado entre dos peldaños, como congelado, con la mano apoyada en el pasamanos y la mirada perdida. "¿Qué le pasó? –dijo Ana C.– ¿Descubrió el sentido de la vida?"

Claro, había que estar ahí para apreciarlo en toda su genialidad. Así contados, los chistes tampoco tienen mucho sentido.

lunes, 17 de marzo de 2008

Insoportable pesadez de la geometría







Me quedé mirando la indiferente geometría de la vereda. Había estado ahí desde siempre, primero en el pensamiento y después en la materia, primero en la filosofía y después en la historia, en cien ciudades y después en ésta. Ángulos repetidos hasta el cansancio, ciegos y sordos a los pasos apurados, proyección infinita de la finitud que amenaza a toda materialización de su forma.



viernes, 14 de marzo de 2008

Ex-cursus deliberadamente vago e inconexo

Algún ex siempre anda por ahí para extender su capa cuando el charco está muy embarrado.

Algún ex siempre viene de visita para tirar alegremente la casa por la ventana (buena noche la de anoche).

Algún ex siempre se cruza una por la calle en esta ciudad-pañuelo para traer a la memoria la buena siembra del pasado (a veces la mala; no fue éste el caso).

Aquel célebre amor después del amor –que a su creador e inspiradora no parece haberles funcionado muy bien que digamos– se está convirtiendo últimamente en mi más exquisita especialidad.

Así viene esta semana, que empezó con un baldazo de agua fría en la algo más profana materia del trabajo: una de cal y varias de arena, o viceversa, nunca supe bien cuál es cuál en ese bendito dicho.

jueves, 13 de marzo de 2008

La noche

La hora del último sol como preludio de la noche. La noche como despertar. Dejar que la noche fluya delatando su transcurso con indicios metódicos y rutinarios que vienen de la calle. A eso de las cuatro llegará el olor de las medialunas a medio hacer. Entre las cuatro y las siete se irá incrementando paulatinamente el ruido lejano de los camiones. Antes habrá llegado el sueño o el canto de algún pájaro.

martes, 11 de marzo de 2008

Más allá



Y nos quedamos tiesos en ese recinto frío. Varios de los plateados parecían dormir. Los otros tenían la mirada perdida en algún arrecife imaginario. Estaban duros y fríos, y brillaban bajo el resplandor opaco que atravesaba a duras penas una especie de vidrio. Recordé ese último instante: me había lanzado feliz sobre algo que creí comida, y después vino el tajo, el dolor ciego, el sofocón, los sacudones y la oscuridad.

Hoy en la calle Bolívar

Del hueco que dos baldosas faltantes dejaron en la vereda asoma un conjunto irregular y colorido de mosaicos, una especie de cruza de venecita y mayólica. Justo en ese momento, de la tienda que da a esa vereda sale una ráfaga reconcentrada de sahumerio con aroma a canela. Por un instante todo se detiene: la estridencia de los motores, el ritmo imaginario de mi paso y la pausa que separa la inhalación de la exhalación. La canela y los colores alcanzan su cenit de saturación, y una micronésima de segundo después se desintegran con un estallido tan repentino como el de una mala noticia, una burbuja o la aparición del primer rayo de sol.

viernes, 7 de marzo de 2008

Era eso

"Donde hay amor, yo quiero más y más y más", canta Barnes desde su página de Myspace. Finalmente, it all amounts to this.

lunes, 3 de marzo de 2008

Love sucks?

¿Qué es esto de enamorarse cada vez más de la ciudad donde se vive? Los hombres que me enamoran (con alguna honrosa excepción) son extraños, y lo primero que sospecho de todos ellos es que la cosa va a ser efímera. No hago más que ganarme nuevos afectos que después de la pasión toman una forma distinta, tranquila y familiar. Y también algún que otro odio. Pero esta ciudad... Puedo morir de amor con sólo caminar por la Avenida de Mayo una noche de domingo, después del cine o después de haber cenado en un restaurante español, cuando sólo quedan los gringos, los inmigrantes rusos y los porteños de preferencias nocturnas. Y ni siquiera la decadencia de la calle Corrientes me desenamora, ahora que las librerías ya no están abiertas hasta la madrugada. Ni el intendente de mierda (gobernador, perdón) que muchos supieron votar, ni la evidencia casi pornográfica de tanto aumento de la pobreza. Bueno, si hay algo que no tiene explicaciones es el amor. "Love sucks" dice algún personaje de alguna película medianamente inteligente de Hollywood. Pero este amor doesn't suck. Es uno de los pocos amores perdurables que conozco.